Cuento policial

 El túnel

Ayer se produjo un golpe comando a una joyería, el más grande de la historia en la ciudad, recuerdo haber escuchado tiros, gritos, alarmas y hasta un perro negro. La policía no pudo atrapar a los ladrones, es como si se los hubiera comido la tierra, habían cerrado la zona con varios equipos especiales, había rehenes, familiares pidiendo por ver a los mismos, negociadores intentando convencer a los asaltantes y hasta francotiradores, pero eso no vasto para sortear la astucia de los malhechores.

Hoy a la mañana, me presenté en la comisaría, decidí ir porque fui un testigo directo del hecho, me encontraba a una cuadra de donde se produjo el asalto, vi como los ladrones escapaban hacia una estación de subte, no les pude ver la cara, estaban tapados por un pasamontañas y estaban vestidos de negros, a pesar de no tener detalles de sus rostros. Al lado mío se encontraba un señor mayor de aproximadamente unos 67 años, vestía un saco gris, un sombrero marrón, llevaba un bastón de madera, y un peculiar reloj antiguo en su muñeca, me contó que en ese momento se encontraba en la estación donde los asaltantes ingresaron y se metieron al túnel para perder a los policías. Un detalle de esto es que esa estación de subte en específico es de las menos usadas en la red, estoy más que seguro que ellos sabían de ese dato. 

Luego de conversar con el otro testigo, entran al salón el comisario del barrio donde se produjo el golpe llamado Marcelo, junto al jefe de peritos forense, el señor Castell, para tomarnos las declaraciones a ambos, yo no tuve mucha dificultad para expresar lo que recordé, pero si note mucho nerviosismo del anciano, no favorecía mucho que el comisario sea más exigente con él, parecía que lo hacía a propósito, se notaba que cada vez que recordaba lo sucedido, temblaba todo su cuerpo, cómo si tuviera miedo a algo, a diferencia mía, que el perito Castell fue quien tomo mis declaraciones, y que a diferencia del comisario, se lo notaba más tranquilo.  Al terminar las declaraciones, charle un rato con el señor.

-¿A dónde crees que habrán ido los ladrones?- pregunté

-Ni yo sé a dónde me dirigía y pensás que se algo sobre ellos- respondió el señor 

Ambos nos reímos, y nos despedimos, el señor se dirigió a la estación del subte, y yo antes de salir entre al baño para lavarme la cara, estaba sudando hasta por los codos, la tensión en ese salón se notó mucho aún más sin el aire acondicionado, pero justo frente al baño escucho una voz conocida, es la del comisario y parece estar hablando de algo muy delicado, se lo notaba muy preocupado, parece otra persona a comparación de cuando nos repreguntaba, sentí que esto no era de mi incumbencia y debía alejarme del lugar y evitar problemas. Después de salir, fui a la parada del colectivo, ya eran las 4 de la tarde, aún la gente seguía hablando de lo sucedido el día de ayer, ya dentro del colectivo sentí una extraña sensación, de como si alguien me estuviera vigilando, al mirar por la ventana veo al perito Castell en su auto, se lo veía también hablando por el celular, se lo notaba bastante enojado, cómo si se hubieran invertido los roles de policía bueno y policía malo. Al llegar a casa ya eran las 7 y media de la noche, no tenía apetito de nada aún esa sensación de que me están siguiendo no se iba, para calmar al miedo decidí encender la tele, todo iba normal hasta que llegó una noticia de último momento, había desaparecido el comisario Marcelo, encontraron en su casa parte del botín detrás de un espejo roto, algo no cuadraba, además de eso había un cuchillo afilado ensangrentado y toda su casa parecía desvalijada. Me pregunte que es lo que podía pasar, pero de repente golpearon la puerta, antes de abrir me fijé a través de la mirilla, no logré distinguir quién era pero pareciera ser un enano, y a través del buzón dejo un sobre blanco para después salir corriendo, me pareció extraño, no le tome importancia hasta que leí la carta que había dentro del sobre, solo decía “¡Cuidado!” junto a un reloj antiguo que sin lugar a duda era del anciano. No sabía que hacer, era obvio que era el siguiente, solo me queda huir, y no pensar más en lo que pasó en ese túnel.



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